LA DEFENSA DE LOS DERECHOS DEL INDÍGENA EN LA CONQUISTA DE AMÉRICA: S. XVI
Álvaro Mª Etzebarria, Iván Ureta Vaquero
En muchas ocasiones nos decidimos a estudiar un pasaje de la historia, podemos vernos abocados a dejarnos llevar por unas explicaciones simplistas, que pueden satisfacernos en un primer momento. Mas cuándo profundizamos en el meollo del asunto, podemos observar como nos soplan corrientes de muy diferente signo, haciendo entonces dudar y reflexionar, encaminando nuestro intelecto hacia una posterior ampliación de los horizontes interpretativos que, entonces se muestran complejos, turbios…engañadores.
A continuación trataremos el problema que nos ocupa. Pensamos, que un episodio tan complejo y suculento a la vez, puede determinar que las corrientes historiográficas propendan a ofrecer una visión tendenciosa y poco precisa de lo que ocurrió en las Indias Occidentales. Nuestro interés por lo tanto, se centrará en "proponer" unas claves multifactoriales, que nos permitan acercarnos y por consiguiente alejarnos de interpretaciones simplistas tendentes a confundir (aunque resulten muy asimilables y clarificadoras) al grueso de la población. La opinión general, está forjada por sentencias absolutistas y radicales, cerrando así cualquier opción a duda o cuestionamiento de este u otro proceso.
Este substrato mental alojado en nuestras cabezas, nos hacen hoy en día creernos capaces de juzgar, con parámetros actuales el pasado histórico. No podemos por tanto sentirnos jueces de la historia. El suceso histórico, no es un hecho aislado, sino un agregado de acontecimientos que deben interpretarse en su justo valor. Si bien se prestan a opiniones, no así a juicios. Juzgar nos llevará irremisiblemente a un acaloramiento intelectualoide del que solo se pueden concluir "inconclusas" y parciales valoraciones interpretativas.
¿Cómo vamos a hablar de la defensa de los derechos humanos del indígena en la américa del S.XVI, si no conocemos y todavía albergamos en nuestras mentes teorías simplistas como la del "Genocidio"? Deberemos primeramente por tanto, poner unas firmes bases, que nos permitan acercarnos a una interpretación más relativa y global del proceso. Solo después de conseguir este propósito, podremos adentrarnos en las aguas profundas de las concepciones ideológico-filosóficas.
La población indígena en las indias occidentales
El descubrimiento del "Nuevo Mundo", supone una ampliación de los horizontes tanto geográficos como mentales. Tras varios intentos, el 12 de Octubre de 1492, se descubren las "Indias" y como suele ser habitual, allí donde emergen tierras viven hombres.
Actualmente los historiadores ojeamos la historiografía existente respecto a este período y constatamos con gran alegría la gran cantidad de fuentes y materiales disponibles. Aunque inmediatamente, la desolación nos embarga el alma. Textos de clérigos, guerreros, gobernadores, virreyes… los cuales con parámetros interesadamente desiguales, interpretan su mundo de forma diferente. Llevados por sus pasiones, para engrandecerse, para significar unas u otros asuntos, resulta que no nos aclaran grandes dudas, incluso nos enredan más. Se trata de cifras e interpretaciones subjetivas que deben ser analizadas a una distancia prudente y con una fina pupila.
Según el estado de los estudios actuales se pueden distinguir dos escuelas básicas de análisis histórico. Por un lado estaría la orientación maximalista, que sostiene, como Dobyns, que la población indígena pivotaría entre los 90 - 112 millones de habitantes. Cook y Borah, siguiendo el mismo modelo interpretativo, establecen la población indígena en torno a los 100 millones.
En el extremo opuesto constatamos la existencia de teorías de corte minimalista. Dentro de este grupo Kroeber estima que la población distribuida, sería de 8,4 millones, mientras que para Steward rondarían los 15.5 millones.
Como podemos observar, las cifras varían ostensiblemente, por lo que hay autores como Rivet, partidario de una estimación más moderada que establecería la población indígena en torno a los 40-45 millones. Cifra que por otro lado, con la máxima de: "Los extremos no son buenos, o el justo medio" puede revelarse como la más adecuada.
Habiéndonos aproximado a los valores demográficos, estamos en disposición de formular los aspectos aclaratorios a los que anteriormente hacíamos referencia. Es decir, los factores multicausales que intervinieron en el declive y contracción de la población indígena.
Las causas del declive de la población indígena
Resulta históricamente demostrable el bajón demográfico que experimentaron estas "nuevas tierras" tras el descubrimiento, pero no nos podemos dejar ni por unas pasiones sin fundamento histórico ni de carácter primario.
No debe entenderse de nuestras palabras que vamos a hacer una defensa de los medios que se llevaron a cabo para la conquista, no es nuestra intención. El objetivo, está en centrar, en poner las cosas en su sitio, no negando por supuesto las barbaridades que indudablemente allí acontecieron.
El padre Bartolomé las Casas, en su Brevísima relación de la destrucción de las indias pone las bases para la elaboración de la teoría "homicida", por la cual, la contracción demográfica tiene asiento principal en la brutalidad desplegada por los conquistadores sobre los indígenas para llevar a cabo sus propósitos.
Me refiero a las grandes matanzas, las crueldades, la imposición de los trabajos forzados, la esclavitud, la confiscación de los alimentos de los indígenas o los castigos ejemplares que fueron perpetrados.
No obstante hemos de entender, que estos ejemplos mencionados, que rápidamente ponen en marcha nuestros sentimientos reivindicativos, no fueron los causantes directos de la contracción demográfica acontecida. Antes bien, deben comprenderse como un conjunto de variables que aunque evidentemente actuaron, no pueden ser aceptadas como factores determinantes.
Los enfrentamientos bélicos en términos absolutos, supusieron unas cotas de mortandad más bajas de lo que habitualmente se cree.
Para Mallafé, durante la primera mitad del S.XVI, la Encomienda, la Mita… resultaron de influencia muy relativa en el desastre demográfico.
Las protestas elevadas por el sector clerical impulsaron a la corona española a permitir la importación de "piezas de indias", para sustituir dentro de lo posible, la mano de obra indígena ya sea por protección o por falta de mano de obra. En este sentido, podemos referirnos a la promulgación de las leyes de 1549, por las cuales se sanciona que los indígenas no trabajen ni en los pozos de Méjico y de Perú. Como más adelante significaremos, la incorporación del cuerpo legislativo pro derechos de los indígenas, será desigualmente aceptado por la comunidad colonizadora y en muchas ocasiones se obviarán esas leyes dadas a un océano de distancia. Las atrocidades y los malos usos denunciados, aunque execrables, fueron puntuales, concretos y cuantitativamente fueron menos de los descritos por la historiografía tendenciosa de la época, de la cual actualmente subyace un importante poso.
Como factor también operante, debemos hacernos eco de las requisas de alimentos que se cometieron contra los indígenas, los cuales regidos por una economía de subsistencia, difícilmente podrían alimentarse correctamente.
Los indios eran puestos a trabajar fuera de sus casas y familias para obras públicas, tareas auxiliares… en las edades óptimas de reproducción, motivo por el cual se experimentó la consiguiente y predecible mengua del crecimiento vegetativo.
En otro orden de cosas, hay que destacar la implantación de las estructuras económicas importadas desde Europa, que desestabilizaron notablemente el orden y el "modus vivendi" tradicional de estos pueblos. Mediante la usurpación de las tierras y la introducción de unos productos agrícolas que no sabían cultivar debido a su novedad, se observan los consiguientes desequilibrios.
La conquista a "la española", exige un despeje del manto vegetal con subsiguiente deforestación. Con este desmantelamiento vegetal, los suelos se presentan altamente predispuestos a procesos de rápida deforestación, afectando directamente al rendimiento y fertilidad de los suelos cultivables. Estas áreas se convertirán en auténticos páramos desolados e improductivos cubiertos por una pobre vegetación secundaria.
La introducción de la castellana institución mesteña (Ganadería), también tuvo efectos negativos. No podemos olvidar el carácter destructivo de que presentan los rumiantes, que a su paso arruinaban las ya de por si precarias tierras.
Pero no todos los males eran tangibles o empíricamente demostrables. Como nosotros experimentamos a diario, nuestra psique influye en un porcentaje muy alto en nuestras "típicas y tópicas" características comportamentales. Este fue precisamente el caso de estos grupos de indígenas invadidos. Se puede constatar el procedente impacto psicológico a resultas de su rápida derrota y posterior dominación, por un pueblo de tan extrañas costumbres para ellos y con unas creencias que tan dispuestos se mostraban a imponer. Este fenómeno sin duda, tuvo que tener una transcendencia tremenda. Se combinan la tristeza, el hundimiento de un mundo y de unas estructuras conocidas, siendo sustituidas por un "mare magnum" incomprensible. Una amargura por la destrucción de sus dioses patrimoniales y la imposición de una religión que se fundamentaba en varios principios radicalmente novedosos. La sensación de impotencia que debieron sufrir esas gentes resulta palmaria e indudablemente afectarían a la vida personal y familiar.
Observando este asunto desde una perspectiva sistémica, se puede apreciar que con un mayor desarrollo social, existe un abanico más amplio de estrategias adaptativas, como en el caso que nos ocupa. Los indígenas, al tener un grado inferior de desarrollo, no supieron adaptar una estrategia de cambio cultural inmediata y paralela capaz de contrarrestar la fuerte y absorbente presión de las novedosas estrategias, tanto mentales como físicas, que desplegaron los grupos invasores.
Se plantearon por parte de los españoles unas estrategias adaptativas vinculadas a unos intereses crematísticos, legitimados por unos principios evangelizadores. La estrategia adaptativa del grupo dominante, chocó frontalmente con el sistema menos desarrollado del indígena, el cual se vio drásticamente modificado. La estrategia adaptativa inicial española, fue degenerando progresivamente y se convirtió retrospectivamente hablando, en el contrapunto de una aculturación que pudo haber resultado positiva para el dominado y que sin embargo no fué aprovechada coyunturalmente hablando.
Por lo tanto, esta inadaptación (lógica por lo explicado) supuso para el indígena un impacto psicológico muy grande, teniéndose noticias tales como: suicidios colectivos, abortos, infanticidio, etc. El indígena viéndose absorbido por un sistema que le supera a todos los niveles, pierde todo el interés por continuar viviendo y prolongarse teniendo hijos, ante un futuro desesperanzador que les aguarda y que no era deseable para nadie. En palabras de Sánchez-Albornoz, esto se traduce en un "desgano vital".
Si todas estas variables influyeron en el gran declive demográfico del hemisferio occidental, ninguna puede igualarse en importancia y ferocidad al factor patológico. Documentalmente se constata que las enfermedades fueron en primera instancia las encargadas de cobrarse el mayor número de víctimas, debido a varios motivos. Por un lado, debido al "aislamiento" en el que habían permanecido estas tierras, el sistema inmunológico de los indígenas no estaba adaptado, ni era adecuado para luchar efectivamente contra enfermedades que traían consigo los europeos. Nuevas enfermedades que tenían una larga tradición en el viejo mundo, producirían estragos entre la comunidad indígena indefensos ante estas patologías mortales de necesidad.
Como hemos comentado, el choque microbiológico, fué el principal elemento de cobro de vidas humanas en las tierras descubiertas. La primera epidemia fué de viruela en el año 1518 y luego fue expandiéndose por todo el área descubierta repitiéndose cíclicamente cada diez años, con diversos cuadros patológicos: sarampión, gripes y demás pestilencias. Esto debilitaba sobremanera a una población diezmándola irremisiblemente. Cuando la población comenzaba a recuperarse del anterior azote, otra nueva epidemia volvería a hacer lo propio. Subsiguiente e inherentemente al propio factor epidémico, surgen elementos interrelacionados a la causa desencadenante, culminando en procesos como: las malas cosechas, la degradación del suelo, las hambrunas o las dietas alimenticias deficitarias, factores a los que además se sumaban períodos climáticos adversos.
Todas estas penalidades frecuentemente venían asociadas. "Los males nunca vienen solos". Estos apuntes nos proporcionan una idea de las dimensiones y proyección que tuvo este proceso de contracción demográfica.
¿Qué consecuencias teórico-prácticas se desencadenaron tras el descubrimiento?
¿Qué fue lo que se encontraron los españoles al descubrir América? ¿Qué significados y consecuencias tuvo? Lo que sí es un hecho, es que éste singular hallazgo, despertó grandes inquietudes entre los hombres de letras, dándose cuenta de una nueva realidad, que implícitamente traía consigo nuevas cuestiones, algunas nuevas, otras añejas, pero con la necesidad de ser respondidas de una forma moderna y revisionista.
El proceso de la colonización, hizo necesario un gran esfuerzo y gimnasia intelectual y político que tuvo que alterar las tan asentadas concepciones tradicionales del mundo y los hábitos de tan vieja raigambre y fuertemente anclados en tiempos pretéritos. Estas mentalidades endurecidas por el paso de los siglos, fueron tomadas como vehículo legitimador de unos intereses políticos y económicos.
La primera realidad que se encontraron fué la existencia de novedosas agrupaciones humanas. Esto chocó directamente con las tradicionales interpretaciones sobre los títulos del hombre, y la primera cuestión se centraba obviamente, en centrar y determinar en que lugar debía establecerse a los indígenas. Y por tanto como debían ser gobernados.
Las bulas "alejandrinas" expresan y legitiman el descubrimiento bajo la acción expansiva de la fe. Esta legitimación era frecuentemente prostituida y estaba incorrectamente utilizada para efectuar acciones ilegales. Hernán Cortes se expresa de este modo: "La causa principal a que venimos a estas partes es por ensalzar y predicar la fe de Cristo, aunque juntamente con ella se nos sigue honra y provecho, que pocas veces caben en un saco." Con esta idea queda claramente reflejada la componente tan influyente de aprovechamiento y beneficio derivado del descubrimiento.
Tal como apunta M. Bloch "las naciones estaban condenadas al intento de encontrar oro más allá de los océanos" por lo que el principal interés de la conquista no era precisamente la expansión de la fe sino el enriquecimiento rápido. Motivo por el que la mano de obra indígena (que aunque debía estar remunerada, en la mayoría de los casos era gratis) era explotada.
Como hemos anunciado más arriba, el problema filosófico-institucional que se planteaba, era la controversia de esta nueva realidad bajo una concepción escolástica o medieval y la nueva era del pensamiento de la modernidad. Este importante substrato medieval determinó la polémica abierta entre conservadores y reformistas de esta filosofía peripatética. Los problemas doctrinales alcanzaban así una dimensión de adaptación práctica necesaria. Se elaborará una filosofía política en contacto con unos problemas vivos, reales… dinámicos.
Algunos pensadores escolásticos y otros de formación renacentista, se acogieron a la teoría clásica de los hombres poseedores o no de la razón, llegando a admitir la servidumbre natural de aquellos pueblos que por incapacidad de gobernarse, deben someterse al poder de un grupo que le eduque y dirija. Los españoles, según ésta idea, estarían autorizados a sujetar a los indígenas mediante el ejercicio de la fuerza.
Opuestamente a ésta ideología surge otra conceptualmente antitética, de procedencia estoica y cristiana, que afirma y defiende la libertad de los indígenas e interpreta la misión de los colonizadores conforme a los principios tutelares civilizadores o enculturizadores. Esta corriente será "de facto" la que predomine en la esfera ideológico-legislativa de España e Indias.
La intención primitiva de los españoles con el tema americano huía de un interés colonizador, antes bien debía ser entendido como una empresa descubridora. En estos primeros momentos se imponía el sistema de factoría cuyo objetivo prioritario es obtener buenos rendimientos en materias a exportar a la corona de Castilla. Este sistema inicial de monopolio bilateral Colón-Corona implicaba una mínima inversión de capital para obras de asentamiento o infraestructurales, con la intención de no agravar los costes debido al desinterés inicial de conquistar estas tierras. Por éste motivo, el colono, con la única intención de enriquecerse rápidamente, va a usar la mano de obra indígena sin ninguna consideración ni respeto . Como ya dijo Colón: "Buenos para les mandar e façer trabajar".
Rápidamente se observaron los incipientes malos usos perpetrados contra la masa de la población indígena, siendo denunciados. Pese a las acciones abusivas contra los indígenas, no se legislaba nada prohibiendo tales fechorías. El 20 de diciembre de 1503 la reina Isabel rubrica en Medina del Campo, la famosa cédula prohibiendo la sujeción a esclavitud de los indígenas: "Hemos mandado que los indios vecinos e moradores de la isla Española fuesen libres e no sujetos a servidumbre…"
De este modo por tanto la sensibilización llega a Castilla y se sancionan los malos usos denunciados. Contra cualquier pronóstico favorable, los indios siguieron siendo protagonistas de tropelías y abusos, sin que las sanciones hiciesen el efecto esperado.
Por fin el día anterior a la Navidad de 1511, el padre dominico Montesinos, se convierte en la voz del cambio con su sermón Ego vox clamantis in deserto. Diciendo : "… Esta voz —dijo él— que todos estaís en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usais con estas inocentes gentes. Decid, ¿Con qué derecho y con qué justicia teneís en tan cruel y horrible servidumbre a aquestos indios?…". Acusando las acciones reprobables generalizadas. Pero los asuntos eran turbios y poco claros y esto se observa en el hecho de la llamada al orden que le hizo el almirante Diego Colón "…Como aquel padre había osado a predicar cosas en tan gran deservicio del rey e daño de toda aquella tierra…y porque aquel sermón había sido escandaloso…" Como dicen las crónicas de la época, tras ésta advertencia, el padre Montesinos en el siguiente sermón arremetió aún más duramente si cabe. Se abría de este modo, la libre defensa de los derechos de los indígenas. La inicial indisposición del rey Fernando con los frailes, se tornó en perplejidad ante las desconocidas malas nuevas que le hacían llegar estos. Nacida de esta gran efervescencia, no quedó más remedio que convocar las cortes de Burgos, celebradas el 27 de Diciembre de 1512, de las que emanaron las "Leyes de Burgos". Entre otras cuestiones, por fin se establece la libertad del indígena y su probada racionalidad, aunque no se suprimen ni los repartos de indios ni las encomiendas. También se aboga por el buen trato a los nativos, la construcción de templos y la extensión de la doctrina cristiana a todos los naturales.
"Otrosí, hordenamos e mandamos que persona ni personas algunas no sean osados de dar palo ni açote, ni llamar perro ni otro nombre a ningún indio…"
Se creó el cargo de protector de los indios que durará hasta 1568, siendo el padre las Casas su primer titular.
La batalla por la defensa del indio no hizo más que comenzar. El segundo gran impulso se observa en el año 1526. ¿A qué es debido esto?. Principalmente a lo que responderá la tónica general de las leyes de indias. Estas tierras viven en su mundo aparte y aunque se dictaminen cientos de leyes, éstas son de Castilla y llegan tarde no siendo cumplidas en su lugar de aplicación. Se produce por esto un problema de cumplimiento efectivo de la legislación. Las referidas leyes de Granada de1.526 intentan responder a éste fenómeno de "pasotismo". Sinópticamente, establecían el castigo de los desmanes, la libertad del indio esclavizado sin motivos, la presencia en las huestes de dos clérigos encargados del adoctrinamiento y buen trato a los nativos, la prohibición de obligar a los naturales al trabajo en minas y el mantenimiento de una encomienda respetuosa con la libertad de los indios.
En la aplicación real, los resultados de estas luchas defendiendo al indígena, resultaron de escaso relieve y proyección. Era prácticamente inviable evitar la violación de los preceptos fundamentales.
Las incesantes y reiteradas protestas de las órdenes religiosas, dado el nulo respeto a las ordenanzas emanadas del poder central, desembocaron en las "Leyes Nuevas" de 1542. Leyes donde se volverá a abolir la esclavitud, las encomiendas vacantes serían traspasadas a la Corona, también se sancionaba el veto al repartimiento de los indios a los españoles, así como la pérdida de los indígenas en aquellas asignaciones que no eran justificadas "Yten ordenamos e mandamos que de aquí adelante, por ninguna causa de guerra ni otra alguna, aunque sea so título de revelión, ni por rescate ni de otra manera, no se pueda hazar esclavo yndio alguno, y queremos que sean tratados como vasallos nuestros de la Corona de Castilla, pues lo son".
Con estas leyes la polémica estuvo servida, ya que los encomenderos sentían ultrajados sus "legítimos derechos" y amenazaban con desobedecer el poder real. Ante estas presiones, se creó una junta por la que se revocaron algunos puntos del cuerpo legislativo de las leyes de 1542. Pese a todos los intentos de las órdenes religiosas, se mantienen los principales privilegios de los encomenderos, lo que significó la persistencia del sometimiento sobre los indígenas.
Estas leyes, gloria por su cuerpo legislativo y humillación por su incumplimiento, fueron promovidas por el padre las Casas. No se arredró y continuó con su labor hasta que en 1573 y a título póstumo se cosecharon los mayores éxitos del padre Bartolomé. Las ordenanzas Ovandinas promulgadas este año, prohibirían definitivamente las conquistas armadas, sustituyendo las acciones violentas por la vía pacífica. "Los descubrimientos no se den con título y nombre de conquistas, pues aviéndose de hazer con tanta paz y caridad como desseamos, no queremos que el nombre dé ocasión ni color para que se pueda hazer fuerça ni agravio a los indios".
La complejidad del proceso se materializó en la necesidad de hacer un gran esfuerzo intelectual. Todo estaba impregnado por las concepciones filosóficas medievales. Por un lado el peripatetismo aristotélico, admite el carácter natural de la servidumbre, cuya base filosófica se encuentra en las diferencias existentes entre los hombres, en cuanto al grado de utilización del raciocinio.
Los prudentes o los que poseen la razón deben dominar a los bárbaros que no la alcanzan en igual grado, para estos, la servidumbre es una institución justa y conveniente. Aristóteles, acepta el uso de la fuerza para la implantación del dominio de los hombres prudentes sobre los bárbaros. Para él, el arte militar conviene utilizarla contra aquellos que, siendo ya nacidos de suyo para ser sujetos, no lo quieran ser.
Para Santo Tomás en la Suma teológica pensaba que ser hombre siervo, no encierra razón natural, sino solo según la utilidad que de ello se sigue, en cuanto es útil al siervo ser regido por el más sabio, y a este, ser servido por aquel.
Estas trasnochadas identificaciones conceptuales tejían el entramado ideológico de la época y había que trasladarlas a la realidad americana, un caso real, con personas humanas afectadas de por medio. El espíritu ideológico conservador, estará encarnado por Juan Ginés de Sepúlveda, diciendo que "estos bárbaros están obligados a recibir el imperio de los españoles, conforme a la ley de la naturaleza, y a ellos ha de serles todavía más provechoso que a los españoles, porque la virtud, la humanidad y la verdadera religión son más preciosas que el oro y que la plata" y en ese sentido: "…El imperio, pues, debe templarse de tal manera que los bárbaros, en parte por el miedo y la fuerza, en parte por la benevolencia y equidad, se mantengan dentro de los límites del deber, de tal suerte que ni puedan ni quieran maquinar sublevaciones contra el dominio de los españoles y amenazar su bienestar. Tal moderación parece tener la fuerza y consistencia suficiente aun para la perpetuidad del imperio, y ella fue la norma que antiguamente siguieron varones tan prudentes como los romanos…".
En las antípodas atronaba el padre Bartolomé las Casas. Analizó muchas variables con la loable intención de proteger a los indígenas: "…los indios no son irracionales ni bárbaros como suponen quienes los llaman siervos por naturaleza. Es una calumnia nacida de la ignorancia o de mala fe e interesado juicio de los informantes. Por el contrario, gozan de razón, de capacidad moral y política, de habilidad mecánica, de buena disposición y de belleza de rostros y de cuerpos. Muchos de ellos pueden hasta gobernar a los españoles en la vida monástica económica y política y enseñarles buenas costumbres, aún pueden dominarlos con la razón natural…".
Estas teorías revolucionarias del padre las Casas, chocarían violentamente con los postulados tradicionalistas y medievales de Juan Ginés de Sepúlveda, alimentando con ellos una ardorosa y enconada disputa ideológico-práctica. Hasta el punto que como podemos leer en Juan Ginés de Sepúlveda: "… sobre un confesionario escandaloso y diabólico que publicó el obispo de Chiapa contrario a mi libro…".
Entre estos dos posicionamientos radicales, se eleva la figura de Francisco de Vitoria. Los títulos que aceptaba para los indígenas eran los siguientes: "La comunicación natural entre los pueblos, que no entraña necesariamente una dominación política, la propagación de la fe, que puede ser pacífica y dejar a salvo las posesiones de los infieles si no la resisten, la preservación de la fe ya percibida, la tiranía de los naturales, la verdadera y voluntaria elección…" y sin afirmarlo radicalmente como lo hizo Juan Ginés de Sepúlveda: "El predominio del hombre prudente sobre el bárbaro".
Otras reflexiones de Francisco de Vitoria sobre la protección de los indios pueden verse representadas en estas frases, otorgando al Papa tan solo un poder temporal sobre los asuntos espirituales.
"…El Papa, tiene potestad temporal en orden a las cosas espirituales. El Papa no tiene ninguna potestad temporal sobre los bárbaros indios, no sobre otros infieles. A los bárbaros, si no quieren reconocer el dominio del Papa, no por ésto se les puede hacer guerra ni ocupar sus bienes…".
En cuanto a los títulos legítimos relacionados con la convivencia entre los bárbaros y los españoles Francisco de Vitoria defendía la siguiente postura: "…Los españoles tienen derecho a andar por aquellas provincias y permanecer allí, sin daño alguno de los bárbaros, sin que se les pueda prohibir por estos…por el derecho natural, todas las cosas son comunes a todos…"
Francisco de Vitoria a la sazón, es considerado padre del derecho internacional precisamente por estas y otras declaraciones de tan avanzada intención y profundidad para los comienzos de la edad moderna.
Todas estas concepciones tuvieron que adaptarse a una realidad muy compleja. No resultan criticables los aspectos de la misma, ya que dentro de la propia época, de inusitada efervescencia, resultaba dificil elegir entre una u otra variable. Ente tantas opciones barajadas y dudas existentes, en un mundo a caballo entre la edad media y el renacimiento, resultó muy dificil la adaptación. Pudo haberse hecho mejor o peor; la gran incertidumbre es saber si se elige bien o mal algo cuando está delante.
También el giro copernicano que se vivió en el S.XVII con Galileo como protagonista, vivió momentos de ruda aspereza y competencia entre el pensamiento conservador y el moderno. Ni el gran Michelet entendió lo que sucedía en la comuna de París de 1871.
En cada período, nos tenemos que enfrentar a una serie de decisiones, que de por sí corresponden a una dinámica vital, y posiblemente llena de reproches en un futuro. Además la defensa de los derechos humanos siempre estará vigente, porque siempre habrá alguien que se crea "príncipe" y vea al resto como "bárbaros".
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Agradecemos la valiosa colaboración prestada a la Dra. Begoña Cava Mesa, Profesora Titular del Departamento de Historia de América de la Universidad de Deusto (Bilbao).