UNIV

X Congreso de Universitarios del País Vasco


TÉCNICA Y SOCIEDAD


Joan Bombardó Garriga, Martín Mora Valbuena, Manolo Romero Romero

1º de Ingenieros. Escuela de Ingenieros. Universidad de Navarra. San Sebastián

 

 

En una época en que la evolución tecnológica adopta dimensiones desorbitadas, en que los desarrollos de la técnica —medicina, comunicación, economía…— se duplican sin tiempo a asimilarlos, se plantea la siguiente pregunta, enfrentando directamente al hombre con su condición de persona: ¿No supone esta carrera desenfrenada un claro favorecimiento de las desigualdades sociales? ¿No deberían anteponerse ciertos valores esenciales al progreso desaforado de la técnica?

Parece que estas son algunas de las cuestiones que se plantea el hombre hoy en día, cosa bastante lógica teniendo en cuenta la estructura de nuestra sociedad, que da lugar a grandes diferencias económicas y culturales entre personas del llamado mundo “global”.

Nuestra cultura avanza con la técnica, pero quién se incluye en esta cultura, estos países y naciones se rigen por la cultura del dinero, el interés económico es lo único que importa. Y eso consigue alejar a pueblos y razas. En el planeta existen dos partes, los países desarrollados y los que no lo están suficientemente, los segundos están supeditados a los primeros, esto se debe a que son los países desarrollados quienes acaparan todo el poder económico y técnico. Por lo tanto, podemos observar grandes desigualdades entre los países en los que se produjo una revolución industrial y los que no.

Así que, tenemos dos problemas, el primero es la dependencia de esos países respecto de otros tecnológicamente más avanzados y económicamente más poderosos; el segundo, es la posibilidad de avanzar por sus propios medios. Estos dos problemas son los que hacen que los países ricos sigan avanzando y los pobres necesiten cada vez más de los ricos, por este motivo, cuanto más avance la técnica, más distanciado estará el primer mundo del tercero.

Este fomento de la desigualdad entre personas no se debe a que la técnica en sí sea mala, sino a las malas aplicaciones que el ser humano hace de la técnica. Este progreso tecnológico no es el culpable directo de las desigualdades entre países, sino que son el ansia de poder y dinero de los hombres lo que provoca las desigualdades sociales.

En los países desarrollados encontramos grandes multinacionales que cooperan activamente en el desarrollo tecnológico y por tanto económico. Por lo cual los intereses humanos quedan relegados a un segundo plano. Esto queda de manifiesto en la actuación de diversas multinacionales occidentales que fabrican sus productos en países tercermundistas, aprovechándose de la falta de recursos de países subdesarrollados; de tal manera que consiguen fabricar por unos precios mucho más bajos de lo que debería.

Con lo cual estas empresas se aprovechan de las personas que trabajan para ellos, lo que demuestra que este progreso tecnológico favorece el enriquecimiento de unos pocos –el 20%- frente al empobrecimiento del resto –el 80%-.

Como queda dicho, la técnica no es mala, sino que son las personas quienes utilizan indebidamente la técnica, es por ello que pensamos que el problema de la sociedad actual no reside en el progreso científico sino en la educación de las personas de nuestra sociedad para que sean capaces de llevar a cabo una buena aplicación de los avances tecnológicos que caracterizan a nuestros días.

Esta educación debe enseñar y formar de tal manera que humanicen al hombre, es decir, que el hombre sea reconocido como tal; que la técnica este supedita al bien de todos los hombres, y no a la búsqueda del poder y el dinero mediante el abuso de unos pocos respecto a los demás.