En el presente resumen se tratarán varios aspectos importantes referentes a la demografía en España. Si bien el crecimiento demográfico generalmente suele quedar definido mediante números, nuestro inconformismo nos ha llevado a explorar nuevos campos donde hemos encontrado interesantísimos puntos que ayudan a relacionarlo con la educación.

Para poner en práctica nuestra idea hemos acudido a fuentes de información como son el INE (Instituto Nacioal de Estadística), los Boletines mensuales de Estadística, la EUROSTAT (Oficina de Estadística de la Unión Europea), la CNE, CNTR, SEC, DIRCE, FUNDESCO, AIMC, ICAA, el PHOGUE (Panel de Hogares de la Unión Europea), o el prestigioso banco de datos TEMPUS.

Los temas que tratamos en nuestra redacción apuntan en todo momento a uno cardinal: la familia y el hogar. Han supuesto campos de estudio el gasto anual en el hogar de una familia española, el tipo de alimentación o la vivienda.

No hemos fluctuado a la hora de poner todo el empeño en demostrar que la familia es la base de toda nación, y que sin ella no se desarrolla la vida social.

Su objetivo básico es el conocimiento de los nacimientos, las defunciones y los matrimonios. En el caso de España este estudio se contempla como un preocupante descenso de la población debido a la sequía de nacimientos, que se ha convertido en un hecho palpable en nuestro país.

En concreto, se traduce en constituir, a partir de finales de 1993, el país europeo con menor número medio de hijos por mujer. Este hecho adquiere mayor relevancia al observar que España se encontraba a la cabeza europea tan sólo 11 años antes.

La cifra estimada en 1996 para el número medio de hijos por mujer era de 1,15, siendo la más baja de la historia de España. Sólo paises como Italia o Alemania se aproximan al pico negativo que constituye España en la actualidad. La otra cara de la moneda la representan Suecia y Francia. En los últimos años Suecia ha pasado a constituir el pico positivo aún encontrándose a principios de 1980 en una media inferior al 1,7. Al mismo tiempo, Francia, con una política

puramente natalista practicada por el gobierno de François Miterrand, ha logrado mantener la media que tenía en 1980, hecho que ningún otro país ha podido conseguir.

¿A qué se debe este notable descenso de natalidad? La respuesta a esta pregunta puede parecer sencilla. En realidad podemos pensar que simplemente el curso de la historia demuestra una vez más la teoría de los ciclos, con números que aumentan y disminuyen con los años. El problema radica en que, al hablar de población o demografía, no estamos hablando de simples números: estamos hablando de seres humanos, de vidas. Teniendo en cuenta este detalle se nos ocurre que la respuesta debe tener un enfoque también humano: la familia. Los valores que pueda inculcar la familia sobre uno de sus miembros no pueden ser infundidos en guarderías, patios de recreo o escuelas. Esto se debe a que la familia constituye en sí misma un nexo propio y exclusivo de la naturaleza humana que, a determinadas edades, es inalcanzable fuera de la misma. Si los valores que la familia defiende se ven rotos por algún motivo, la sociedad se ve resentida en un alto grado. Y esto es, a nuestro juicio, lo que viene sucediendo en España desde hace algunos años.

La evolución tecnológica que se ha llevado a cabo en el último siglo ha facilitado la comunicación entre distintos pueblos, culturas, religiones... Y esta avalancha de información ha de ser necesariamente digerida de una forma racional e inteligente. ¿Se defienden realmente los valores tradicionales en la prensa, en la radio o en la televisión? La única respuesta que hemos podido hallar es no. De esta forma la sociedad española ha hecho suya ideas que no le son propias ni a ella ni a ninguna otra sociedad netamente humana. Se aceptan valores erróneos hasta el punto de distorsionar de tal manera la realidad que suponemos normales las familias de solteros, los matrimonios sin hijos, los divorcios y separaciones o la vida en comuna. Son estos valores erróneos los que están dinamitando la familia en España, y consecuentemente su natalidad.

La mentalidad antinatalista presente en la sociedad actual se descubre como una forma más de egoísmo, pues se propone el ego como salida al estrés del trabajo diario. Cada vez son más las familias en que ambos cónyuges trabajan, por lo que hay un mayor desinterés por crear una familia numerosa al mismo tiempo que se busca el descanso tras una larga jornada laboral, olvidando que el nexo del que antes hablábamos sólo puede mantenerse vivo mediante el amor libre traducido en preocupación y servicio hacia la pareja y la familia. A esta nueva forma de vida hay que añadir los medios anticonceptivos y abortivos, que se consideran naturales cuando no lo son ni por asomo.

El gasto total en los hogares españoles durante el año 1996 fue de 35.099.284 millones de pesetas, esto es, un gasto medio de 2.898.045 pesetas por hogar y 901.237 por persona. La relevancia de este dato está en el porcentaje de ese dinero que se destina a gastos que no fomentan los valores que toda familia debe buscar. Sorprende que tan sólo un 6,39% se destine a la enseñanza y a la cultura mientras que el 24,00% del gasto total esté centrado en bebidas, alimentos y tabaco. Otro aspecto no menos sorprendente es la poca importancia que cobra dentro de la familia el gasto en sanidad y servicios médicos, que sólo ascendió en 1996 a 25.979 pesetas por persona, constituyendo el 2,88% del gasto total. Sin duda, el sector comercial que mayor influencia ha cobrado en la familia durante los últimos años el de servicios (15,04%), hecho significativo, pues se verifica que la comodidad se ha convertido en una máxima para esta sociedad.

Tomando un margen de diez años (1985-1995), se pueden discutir los aspectos que definen la evolución de un país en su población. En el caso concreto de España se trata de una comparativa en la que destacan los datos sobre nacimientos y saldo vegetativo. Son estas las dos comparativas que mayores conclusiones apuntan.

Entre los años 1985 y 1995 el número de matrimonios se ha mantenido en torno a los 200.000. Sin embargo, el número de nacimientos ha sufrido una caída espectacular desde los casi 500.000 nacimientos de 1985 hasta los 350.000 de 1995. Concluimos, por tanto, que la escasez de nacimientos no se debe a un descenso en el número de matrimonios, pues la cifra se ha mantenido inalterada durante diez años. Se trata de un descenso del número de hijos por familia. Y este dato preocupa, pues las gráficas de nacimientos y defunciones llegan a tocarse a principios de 1996, y la tendencia es a seguir bajando en nacimientos y a seguir subiendo en defunciones.

En cuanto al saldo vegetativo, la evolución de la línea tiende a cero a finales de 1995.

La tasa de fecundidad se define como el número de nacidos por 1.000 mujeres en cada grupo de edad. La evolución en España entre los años 1993 y 1995 es:

La diferencia entre 1993 y 1995 se hace más palpable en los grupos de edad en los que la mujer es más fértil.

La mentalidad ha ido cambiando paulatinamente en los cónyuges con el tiempo de tal modo que en la actualidad la preocupación por no dejar pasar la edad más propicia para tener hijos es prácticamente nula. Las causas hay que volver a buscarlas en el refugio que hombre y mujer buscan en el trabajo y en sí mismos. Las consecuencias de esta mentalidad son nefastas: hijos no deseados, paternidad en edad muy avanzada y los ya mencionados matrimonios sin hijos.

Las proyecciones de la población consisten en el cálculo de los efectivos futuros de población. Las proyecciones están realizadas con un horizonte temporal de treinta años para el conjunto nacional. Las poblaciones se calculan por sexo y edad hasta los 100 años.

El método empleado para obtener las proyecciones de población es el de componentes, que responde básicamente al siguiente esquema: partiendo de la población residente en un cierto ámbito geográfico, con una determinada estructura por edades, y en un instante dado, deducida generalmente de la explotación de un censo, se trata de obtener la correspondiente a fechas posteriores bajo ciertas hipótesis o supuestos sobre la evolución que van a experimentar la mortalidad, la fecundidad y la migración.

Los resultados obtenidos estarán próximos a la realidad en la medida en que las estructuras por edades de partida lo estén, y se cumplan las hipótesis bajo las cuales se han efectuado los cálculos. La formulación de estas hipótesis requiere el análisis de los tres fenómenos demográficos mencionados, lo cual se realiza a través del examen de la evolución temporal de los respectivos indicadores.

Se trata, por tanto, de un supuesto tan fiable como revelador que nos deja entrever qué es lo que ocurrirá con la población de España en un futuro próximo. Se trata de datos alertadores en muchos casos, pues las pirámides de población auguran duros años en la economía española ya que no habrá población activa suficiente para sostener a la pasiva. Se trata de una actitud con respecto a la familia que puede acabar con los valores tradicionales que durante tantos años han caracterizado al pueblo español, y el daño está comenzando a ser irreparable: ¿morirá la sociedad española con la familia?

Los datos que se presentan en este apartado encarnan el futuro de España y de su población y deben actuar como alarma para la sociedad actual.

El porcentaje de crecimiento proyectado en 1997 para España sólo asciende al 0,13%, cuando naciones no cristianas en los que la familia es entendida de otra manera comprenden un crecimiento superior al 6%.

Las previsiones para el año 2005 son, debido a este porcentaje tan minúsculo, nefastas. Como ya se ha dicho antes, la población activa va a pasar a constituir un grupo tan escaso que la población pasiva puede llegar a doblarlo. Las consecuencias en el campo de la economía son graves, pero la peor consecuencia puede ser el consecuente descenso del crecimiento de población.

Recuerda esta pirámide de población proyectada a la conocida analogía de la España Imperial con el gigante con pies de barro. Una España que se ha querido colocar en todo momento a la cabeza de Europa de un modo erróneo, pues no se trata de eurpeizar España, sino de cristianizar Europa. Son los verdaderos valores del cristianismo los que generan una sociedad sustentada sobre pies de roca, y, en la actualidad, Europa es más bien un continente con una formación religiosa distorsionada por los distintos avatares de la historia. Tampoco sería lógico atenerse a una política cerrada al exterior, pues el mundo ofrece muchas nuevas posibilidades que pueden enriquecer a la sociedad. Pero sin duda se trata de adquirir un criterio de selección de lo que se ha de incorporar o no a la sociedad de hoy en día. Un claro ejemplo lo constituyen los medios anticonceptivos y abortivos; medios que han tomado un carácter imoprtante en nuestra sociedad, y que generan un uso inadecuado de las posibilidades que ofrece la naturaleza, al mismo tiempo que animaliza al hombre, componente esencial de la sociedad, y consecuentemente a esta última. Otro claro ejemplo puede ser el gasto que

los países realizan en armamento. Es conocido el caso de naciones subdesarrolladas que prefieren destinar la mayor parte de su presupuesto a incrementar su arsenal armamentístico que a impulsar la alimentación y la educación dentro de su población.

Otro caso que puede llamar la atención es el despliegue de medios que gobiernos socialistas han promovido dentro de la sociedad para adormecer las mentes inquietas con la telebasura, la música, las discotecas, etc. Se trata de entretener a la juventud con espectáculos y diversiones en los que la mayoría de los jóvenes pierden la noción del mundo real. Se comprende de esta manera la permisividad a la hora de tomar alcohol que tiene un adolescente en la actualiad, o la facilidad con que se puede obtener pornografía. De nuevo valores que dinamitan la familia y por tanto a la sociedad.

No supone este resumen valorado de datos una actitud meramente negativa por parte de los ponentes. Más bien se trata de una crítica constructiva, eso sí, con una voz de alarma que pueda llamar la atención de una sociedad pasiva ante el futuro que nos aguarda.

Las conclusiones que hemos podido obtener a lo largo de nuestra investigación nos hacen pensar en primer lugar en la necesidad de generar el impulso que en estos momentos la familia dentro de España precisa. Construir una sociedad entre todos en la que los valores tradicionales de la familia se promocionen desde el gobierno con una mentalidad natalista, pues las vidas constituyen la población, y a su vez, la población constituye la riqueza de un país.

Mención especial requiere la insistencia por nuestra parte de tomar directrices cristianas en toda Europa, donde la paganización está cobrando un auge desmesurado. Se está perdiendo la conciencia social debido a que se piensa que uno es libre de hacer lo que quiera en su vida privada. Estos son los principios del agnosticismo: como no sabemos si existe Dios, ¿a quién le importa lo que yo haga en mi vida privada? De esta manera el amor y la entrega, nexos de unión dentro de la familia, han sido sustituidos por el dinero y un consumismo que cada vez está más arraigado en la juventud.

Desde nuestro trabajo queremos realizar ese llamamiento tanto a las instituciones gobernamentales como a la sociedad en sí misma para que cese esta huída de valores de nuestra población, pues son los valores que durante muchos años han definido a la sociedad española: no dejemos que se extingan.

Como última conclusión y resumen de todo lo escrito, queremos hacer notar la importancia de frases que, desde su limitada difusión debido a su poca conveniencia para algunos dirigentes, nos recuerdan dónde vivimos y para qué vivimos. De esta manera hacemos referencia a una frase incluida en una película destinada a cualquier tipo de público -especialmente el infantil- en la que se nos recuerda que: "La familia es el pegamento que une a la sociedad" (The Borrowers).