SOLIDARIDAD Y CIUDADANÍA: ENSEÑAR A SUFRIR. APRENDER A AMAR


Jorge Garteiz Castellanos, Manuel Zayas Carvajal, Jon Blázquez Díez


Planteamiento general:

Todo final de siglo se convierte en un momento privilegiado para la reflexión sobre lo que han supuesto los años que terminan y para la ilusión respecto a los que se inician.

A través de esta comunicación trataremos de desentrañar uno de los aspectos más apasionantes de la obra de C.S. Lewis. Se trata de profundizar en la comprensión del sufrimiento que este autor desarrolló en sus obras. El año 93 el Congreso Univ decidió abordar el tema del sufrimiento y la felicidad. En esa ocasión nuestro trabajo consistió en un análisis del trato que el Sufrimiento y la Felicidad recibían en los medios de comunicación. Se llegó a la conclusión, entre otras, de que los medios trataban al que sufría desde fuera, no comprendían sus situación y no la vivían con él. De esta manera se hacían incapaces de alegrarse con él y se cumplía así una de los resultados contrastados de la investigación de que la Felicidad no era noticia.

La edición del 99, último año antes del 2000, nos propone una reflexión interdisciplinar sobre la Solidaridad y la Ciudadanía. Sin embargo, no se trata tanto de analizar el fenómeno de la Solidaridad o la Ciudadanía como de "adivinar el modo de realizarla desde las diferentes ciencias y ámbitos del saber en los que trabajamos".

Este es precisamente el sentido de nuestro trabajo: una reflexión filosófico-literaria sobre la obra de Lewis y en concreto sobre su visión del dolor y el sufrimiento humano. Esta visión puede capacitarnos para llevar a cabo una labor fundamental relacionada con la solidaridad y la ciudadanía. Se trata de entender la Solidaridad como concepto integralmente relacionado con el sufrimiento y a su vez como parte esencial de la vida humana, es decir, de la vida del ciudadano.

El día en que un ciudadano desee ser solidario deberá sufrir con los que sufren y en cierta medida enseñarles a sufrir y simultáneamente aprender de ellos. Además, ese sufrimiento compartido realmente con ellos guarda una estrecha relación con la capacidad de amar.

Lewis publicó algunos libros de antropología filosófica con bastante unidad temática. En 1940 salió a la luz El problema del dolor, donde reflexiona sobre el sentido del sufrimiento. En 1961, a la muerte de su esposa, volvería a planteareste gran tema humano de un modo más existencial y menos teórico en Una pena en observación.

Del análisis del pensamiento de Lewis sobre el amor y el sufrimiento humano surge una necesaria concepción de la solidaridad, una particular forma de entenderla, una esencial necesidad de contagiarla y un convencimiento por vivirla. Enseñar a sufrir y aprender a amar son acción y reacción. Ambas se mueven en el ámbito de lo prioritario para el ciudadano del tercer milenio si de verdad desea aprender a vivir.

 El Dolor:

El dolor es una realidad misteriosa. En el dolor conviven en paz la evidencia y el misterio. Ni siquiera su condición de "certeza existencial", que arruina "la imposible utopía de una vida sin dolor", descubre completamente sus secretos.

Ante el dolor caben la aceptación y la evasión. Sin embargo "la huida es una actitud que incapacita para soportar el padecer, y aumenta con ello el sufrimiento".

La solidaridad puede presentarse como la panacea de la aceptación del dolor, pero se mostrará como tal cuando el ciudadano solidario sea capaz de compartir con el que sufre toda su experiencia. La labor del ciudadano puede consistir, y será de gran utilidad en ese caso, en enseñar a sufrir al que es destinatario de su labor desinteresada. Por ello, una concepción de la vida basada en la evasión desesperada de todo lo que suponga dolor, incapacitará al ciudadano para poder ayudar realmente al que sufre. Por otro lado la persona que, en su conciencia piensa que ayuda, es en la mayoría de los casos la que más favorecida sale del intercambio que supone la labor que desarrolla. "Siempre recibes más de lo que das" anuncia un cartel de una conocida ONG de nuestro país. No cabe duda que entre lo recibido se encuentra una experiencia insustituible sobre la aceptación del dolor, que habitualmente ha acompañado toda la vida de las personas atendidas, y en ocasiones la de sus familiares.

El dolor de amar:

Lewis aparece en "Tierras de Penumbra" como un profesor cauteloso que vive "encerrado en sí mismo", lee profusamente "para saber que no esta sólo" y organiza su vida privada para que nadie pueda tocarla. A pesar de sus encendidas proclamas, tiene miedo a darse del todo a los demás, a dejarse llevar por las emociones o pasiones humanas, aunque sean nobles. Porque sabe que la alegría de amar de verdad pasa de un modo u otro por saborear también el regusto amargo del dolor. En este sentido son muy elocuentes las últimas palabras que pronuncia Anthony Hopkins, encarnando al escritor inglés: ¿Por qué el amor, cuando se pierde, duele tanto? Ya no me quedan respuestas; sólo la vida que he vivido, en la que he podido elegir dos veces: como niño y como hombre. El niño eligió la seguridad, el hombre elige el sufrimiento. El dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces. Ese es el trato.

Solidaridad. Aprender a Amar:

Por todo lo anteriormente dicho se deduce que la Solidaridad puede convertirse en una escuela de amor verdadero. Solo en la medida en que uno es dueño de sí mismo es capaz de darse a los demás. Por eso el dolr produce en nosotros con frecuencia la terapia que necesitamos para darnos cuenta de lo importante en nuestra vida y ser así capaces de vivirla y darla a los demás. En esto consiste la verdadera solidaridad.