SOLIDARIDAD Y EGOÍSMO


Jon García Ruiz de Gordejuela, Antonio Alonso López, Sergio Guimón Cuadrado.


1. Introducción

Este trabajo observa el comportamiento solidario de los jóvenes tanto en su entorno inmediato como en el global o universal.

El sistema de sociedad actual ha transformado al hombre en un bien de consumo que siente su vida como un capital que debe ser invertido provechosamente; si lo logra hará "triunfado" y su vida "tendrá sentido"; de lo contrario será un "fracasado". Su "valor" como persona depende de factores externos, del juicio de los otros.

Ante esta realidad se contraponen los grandes movimientos solidarios O.N.G., Fundaciones, etc. Algunas verdaderamente fiables; otras con fines supuestamente generosos pero que enmascaran afanes de dominio social y económico, y a las que se adhieren gran cantidad de jóvenes, con espíritu altruista y sincero.

Nosotros nos preguntamos ¿qué clase de hombre requiere nuestra sociedad?, ¿necesita hombres que cooperen dócilmente en grupos?. ¿Necesita hombres que se sientan "libres e independientes", que no estén sometidos a ninguna autoridad, principio o conciencia moral? ¿Necesita hombres que deseen consumir más y más, y cuyos gustos estén estandarizados y puedan ser fácilmente influidos y anticipados?

Conocer qué se entiende por solidaridad, nos ayudará a entender el concepto que de ella se tiene en la sociedad, ¿es algo bien visto?, ¿quiénes están dispuestos a vivirla? ¿En qué medida nos sentimos solidarios con los demás o con las desgracias que suceden a cientos de kilómetros y tanto conmueven?

2. Material y métodos

Hemos realizado una encuesta consistente en 34 preguntas acerca de la solidaridad con el objetivo de indagar sobre las opiniones y actitudes genéricas, así como sobre las realizaciones concretas sobre la solidaridad, o cuestiones relativas al modo de relacionarse con los demás. Con el fin de conseguir respuestas más objetivas, las preguntas se encontraban entremezcladas.

La encuesta fue realizada a una población de 150 jóvenes en edades comprendidas entre 17 y 19 años, todos estudiantes de los últimos cursos de Bachillerato, con aspiraciones universitarias y de nivel económico medio-alto; alumnos de un colegio de orientación religiosa.

Del total de las encuestas realizadas, se desecharon 31 bien por estar contestadas solo a medias o bien por la falta de seriedad mostrada en las respuestas.

Para realizar la encuesta explicamos en grupos de 25 jóvenes el objetivo de la misma, así como las instrucciones para completarla. A continuación se repartieron, dejando un margen de 10 - 15 minutos para su realización, y evitando comentarios entre los encuestados acerca de las respuestas.

Para poder procesar los datos se ha confeccionado un fichero informático que facilite las tareas de recuento y obtención de porcentajes.

En un principio el estudio ha consistido en un análisis general de actitudes versus actuaciones. Posteriormente se dividió la población inicial en dos subgrupos, según las respuestas que se ajustaban al perfil del "solidario".

Por último se ha procedido a la comparación de las respuestas de ambas poblaciones, buscando diferencias estadísticamente significativas. Para ello se ha recurrido a la T. de Student, aceptando como significativas aquellas diferencias con un valor p < 0,05.

3. RESULTADOS

Tal y como hemos comentado en el apartado de Material y Métodos vamos a considerar tres grandes apartados en nuestro trabajo. En primer lugar un análisis general de las respuestas más relevantes de la encuesta. A partir de esto definiremos cuáles resultan más significativas de cara a definir a un encuestado como persona "solidaria" en función de sus ideas o principios; y por último veremos si existen diferencias en el comportamiento de esos grupos.

3.1. Análisis general.

El 92 % de los encuestados considera que la solidaridad es un valor indiscutible y que es muy positivo el hecho de que surjan O.N.G. para la colaboración con países en desarrollo. Un porcentaje ligeramente inferior (86%) considera que el mundo sería mucho mejor si todos nos preocupáramos más de los demás que de nosotros mismos, y propugnan la conveniencia de que el Estado incremente los gastos sociales de su presupuesto. La propuesta concreta del 0,7 % a favor del Tercer Mundo es respaldada por las 3/4 partes de los encuestados (76%).

Así pues, si nos centramos únicamente en los ideales, habríamos de concluir que la solidaridad es un principio universalmente aceptado y pacíficamente poseído. Sin embargo si nos fijamos en aquellas preguntas que analizan las predisposiciones personales respecto a cuestiones prácticas de solidaridad, estos porcentajes disminuyen notablemente.

Así, de los que apoyan el aumento de los gastos sociales del Estado, el 46% no aceptan que eso se traduzca en un aumento de sus impuestos. Bien es cierto que el 81% estarían dispuestos a ceder el 0,7% de su sueldo a favor del Tercer Mundo aunque, curiosamente, cuando la pregunta se formula en aceptar disminuir la capacidad adquisitiva para ese fin se ven reducidos al 72%.

Esta progresiva "disminución de la solidaridad" se acentúa más cuando nos centramos en las realizaciones más concretas. Así el 42% afirma no dedicar ni tiempo ni dinero a prácticas de solidaridad; otro 42%, dividido a partes iguales, dedica tiempo o dinero; y sólo un 16% dedica tiempo y dinero.

Una tercera parte de los encuestados afirma no haber ido nunca a acompañar a gente que se encuentra sola en un hospital, asilo,... Tan solo una cuarta parte han colaborado alguna vez con una O.N.G. Llama la atención que a pesar de estos mediocres resultados el 60% de los encuestados se considera satisfecho con el tiempo y dinero que dedican a cuidar a quienes les rodean.

3.2. Definición del perfil del solidario.

Tras estudiar las respuestas del conjunto de las encuestas nos ha parecido oportuno agrupar bajo lo que hemos denominado el perfil solidario a aquellos que han respondido afirmativamente a las cuatro cuestiones sobre ideales de solidaridad, y que muestran su predilección por los entretenimientos colectivos frente a los individuales.

Tras aplicar este perfil hemos podido dividir los encuestados en dos subgrupos, incluyendo el 71% como solidarios.

3.3. Comparación entre las dos subpoblaciones.

La hipótesis de que partíamos consideraba que entre el grupo de los calificados "no solidarios", predominarían las respuestas de este estilo a las preguntas centradas en actitudes y/o realizaciones.

A continuación recogemos en una tabla aquellas cuestiones planteadas en la encuesta en las que se aprecian diferencias significativas.

 

 

 

 

Solidarios

 

No Solidarios

 

p

 

Realizan actividades de interés social

 

42%

 

29%

 

<0,001

 

Renuncian gastos previstos

dedicándolos a ayuda social

 

43%

 

27%

 

<0,001

 

Dedican tiempo a las tareas de casa

 

71%

 

61%

 

<0,001

 

Participan en planes de sus amigos aunque no les gusten

 

71%

 

54%

 

<0,001

 

Nunca han acompañado a gente que vive sola

 

32%

 

54%

 

<0,001

 

Colaboran con una O.N.G

 

32%

 

17%

 

<0,001

 

4. CONCLUSIONES

Una vez analizada la encuesta podemos concluir que los jóvenes son ideológicamente solidarios y altruistas con las desgracias que afectan a los denominados Países del Tercer Mundo. Por el contrario, parecen estar ausentes ante las necesidades de su entorno más inmediato: enfermos, ancianos, indigentes, etc.

Están perfectamente informados de cuántas penurias afectan a personas que habitan a miles de kilómetros y les conmueve en su espíritu generoso, disponiéndoles a colaborar e incluso a abandonar su comodidad y trabajar codo con codo junto a ellos.

No valoran las necesidades cercanas pues en un 60 % se sienten satisfechos con el tiempo y dinero empleados y sin embargo no están resueltos. Los grandes medios informativos no venden noticias de las penurias cercanas, por ello no conmueven y se ignoran.

Se muestra muy interesante y atractivo las campañas sobre el 0,7 %, que motivan a la gente a colaborar y ser solidarios, que modifica las respuestas al alza.

El joven libre e independiente con principios y conciencia de moral no triunfa ni su valor es reconocido si dedica parte de su tiempo (no ya su dinero), a enseñar en los suburbios, acompañar a los solitarios, o a construir una casa como haría en un país de Latinoamérica, a escasos kilómetros de la ciudad donde vive.

Como ciudadano exige al Estado que se haga cargo de los problemas sociales, pero como individuo no toleraría una aumento de sus impuestos para el mismo fin, ya que desconfía de la Administración.

En cuanto a su orden de prioridades vemos reiteradamente cómo se implica en primer lugar con las grandes necesidades lejanas y por el contrario coloca en último lugar el respeto a las normas de circulación de las que dependen su vida y las de los demás; tampoco le importa molestar en sus diversiones.

Se enfada cuando le llevan la contraria, aunque no le importa participar en los planes de sus amigos aún cuando no los comparta. Entra dócilmente en el grupo y no admite con facilidad que alguien exprese una idea diferente.

Es consumista, acumula cosas que no utiliza y no renuncia a sus gustos. Colabora en las tareas domésticas sin problemas.

 

¿Qué clase de hombre requiere nuestra sociedad?

Está claro que no necesita hombres estandarizados, sino libres e independientes. Todo hombre es un fin en sí mismo y no debe ser un medio para el fin de nadie.

Para concluir podríamos referirnos a estos refranes del Talmud:

 

"Si yo no soy para mí mismo, ¿quién será para mí?"

"Si yo soy para mí solamente, ¿quién soy yo?"

"Y si no ahora, ¿cuándo?"