UNIV

X Congreso de Universitarios del País Vasco


EL ROSTRO HUMANO EN EL MUNDO GLOBAL

LA OTRA CARA DE LA GLOBALIZACIÓN


Roberto Carballo, Juan Olivera, Ander Salvador, Iñaki Urdiales, Miguel Urrutia

Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Universidad del País Vasco: UPV‑EHU.

 

Introducción

La "globalización" puede considerarse como uno de los fenómenos más importantes desde el punto de vista cultural, social y económico, que está ocurriendo en los últimos años. Este fenómeno, a priori, suena muy bien, y es lo que nos están vendiendo todos los días en los medios de comunicación, pero la realidad es mucho más triste y cruel. Nos presentan el proceso de "globalización" como algo natural e inevitable para el correcto desarrollo del capitalismo‑ sus pretendidas ventajas se intentan exportar a todas las culturas del planeta‑ y es posible que tengan razón, y sea el camino menos malo para conseguir un mundo mejor para todos; pero, sin duda, el camino empleado para conseguirlo no es el mejor, ni tan siquiera el más democrático y, por supuesto, no responde a los ideales de las sociedades superindustrializadas.

Este camino ha sido el emprendido por la mayor parte de los grandes empresarios de los países industrializados para conseguir aumentar sus beneficios y no para conseguir un mundo más justo, más equitativo, más libre, más humano, o, simplemente, para trabajar en el logro de un mundo sin fronteras en todos los órdenes. Resulta fácil hacer demagogia en este sentido e intentar disolver las verdaderas intenciones con palabrería y promesas, pero los números no engañan y nos hacen sentimos como unos colonizadores insensibles. Este fenómeno de globalización se viene procesando desde hace mucho tiempo atrás, y que no deja de aumentar día a día; se ayuda de las nuevas tecnologías tanto de la información como cibernéticas, del mestizaje entre culturas y de mil cuestiones más para conseguir una unión mas real de los hombres y mujeres de los cinco continentes.

Pero todo hay que decirlo, esto sólo es una ilusión que se vende en los países capitalistas; como se ha dicho anteriormente es un fenómeno mundial que afecta, por lo tanto, a toda la humanidad, y no sólo a la sociedad que gira a nuestro alrededor, a una sociedad desarrollada e industrializada que tiene como mayor problema el aumento de la inflación. Pero este proceso de la globalización afecta a todo el mundo con muy distintos intereses.

En este trabajo vamos a preocuparnos de estudiar los efectos económicos y sociales que la globalización lleva consigo en el tercer mundo (denominado así a aquellos países cuyo denonúnador principal es el problema del hambre, de la miseria, del paro, de la sumisión, ausencia de respeto a las libertadades individuales, a los derechos humanos, a la dignidad de la persona, países llenos de dictaduras (aunque vengan disfrazadas de regímenes democráticos), país en guerra o cuasi-bélicas que sólo generan pobreza y más pobreza. ¡Como para preocuparse por la inflación! En su caso la inflación es galopante.

En el tercer mundo la globalización está teniendo unos efectos marcadamente más negativos que positivos; está afirmación no es una opinión subjetiva y baladí, sino que se puede comprobar con un poco de perspicacia, formación y cultura práctica viajando un poco por el mundo, civilizado o no, para darse cuenta de esta terrible realidad. Todavía vivimos la explotación humana. Cuando el hombre no sólo ha puesto un pie en la Luna, sino que está investigando la probable vida en otros planetas y satélites, cuando los avances científicos, médicos, arqueológicos, etc. Están a la orden del día, todavía convive con nosotros la impotencia, la miseria y el servilismo entre los miembros de este mal llamado género humano.

Nos vamos a centrar, también, en los efectos que provocan las multinacionales en el tercer mundo; lo que de verdad está ocurriendo en los países subdesarrollados debido al fenómeno que llamamos "globalización”

Planteamiento del problema

El mundo de la globalización está muy ligado al amplio período de la industrialización. Los países superdesarrollados (del Primer Mundo) abren una brecha importante con los subdesarrollados ( Tercer Mundo). Los primeros ostentan no sólo el poder económico sino también el poder político y, como consecuencia de ello buscan su expansión al objeto de conseguir los mayores beneficios para ellos mismos, pero sin tener en cuenta el enorme perjuicio que ocasionan a los países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Dos buenos ejemplos de aprovechamiento in extremis de la mano de obra barata de los países subdesarrollados son por todos conocidas, las marcas deportivas Nike y Adidas. Estas empresas multinacionales obtienen con sus ventas de material deportivo (zapatillas, balones, pantalones, chándales,...) grandes beneficios en los países desarrollados; pero lo que la mayor parte de la población del primer mundo no saben es que estas dos marcas se han expandido y han llegado donde están gracias a la miseria de salarios que reciben de estas grandes empresas junto con una dedicación horaria y sufrimiento de los trabajadores de los países subdesarrollados que no se lo tolerarían bajo ningún concepto en sus lugares de origen.

Nike es en la actualidad la multinacional líder de ventas en material deportivo. Se calcula que alrededor de doscientas mil personas trabajan en empresas subcontratadas en Corea del Sur, China, Indonesia, Tailandia, Taiwán y Vietnam. Pero lo realmente grave es que en estos países no existen normativas que puedan favorecer a los trabajadores para disponer de unas condiciones laborales y salariales dignas; normativas que no permitan el trabajo a menores en las condiciones tan inhumanas que todos hemos visto algunas veces en las distintas cadenas de TV. Sin ir mas lejos en Corea en el años 1992 se contrataron veinticinco mil trabajadores, entre ellos se encontraban niños y mujeres en pésimas condiciones. En cuatro de estas empresas se no se pagaba el salario mínimo establecido por las leyes nacionales ya de por si durísimas para los trabajadores. En 1995 se descubrió en Turquía una fábrica que producía ropa deportiva Nike que también utilizaba menores en los trabajos mas duros. Ese mismo año se supo que Nike firmó un contrato de producción en Indonesia donde los trabajadores ganaban muy por debajo del salario mínimo legal, viéndose también obligados a realizar jornadas de hasta 16 horas y, por supuesto, sin medidas de seguridad. Lo que entendemos por asociaciones sindicales no existen en estos países.

Adidas es otro claro ejemplo de explotación y sigue muy de cerca los brillantes resultados de su contrincante Nike en articulos deportivos. Actualmente la totalidad de la ropa comercializada por Adidas y el 98% del calzado (tiene una empresa en Alemania que, suponemos, será para salvar la cara ante la opinión pública) se produce en países de bajo coste salarial . Además casi la mitad de la producción de productos textiles proviene de Asia, Norte de África , América Latina y países europeos del Este. Se cree que en lugares como China los trabajadores podrían estar siendo obligados a trabajar jornadas de 16 horas, en condiciones de manifiesta miseria y sin cobrar horas extraordinarias. Incluso se podría dar la circunstancia que en China los presos pudiesen estar siendo obligados a trabajar en la producción de balones de fútbol 15 horas/día por cantidades ridículas de 250 pesetas al mes, siendo para mas inri maltratados por sus vigilantes.

Salarios extremadamente bajos, malas condiciones en el trabajo, sin seguridad, higiene mínima, abusos por parte de la dirección y coacciones generalizadas contra los sindicatos (cuando existen), son algunas de las prácticas de estas multinacionales. Son actividades y procederes cotidianos en países donde se ha instaurado el capitalismo de una forma irresponsable y amoral con el único propósito de lograr sus propios beneficios.

Nike y Adidas son tan sólo dos ejemplos de intolerancia y explotación pero, desgraciadamente, no son los únicos. En la actualidad existen infinidad de personas de Asia, África y Sudamérica que trabajan para subsistir en condiciones infrahumanas, explotados por grandes empresas con renombre, que tan únicamente buscan crecer y expandirse sin importar a cuanta gente esclavizan.

¿Un futuro diferente?

Como hemos visto, el problema está más desarrollado de lo que pensamos en nuestro entorno; con el paso del tiempo y gracias a las medidas del G‑7 o de los diez estados más industrializados y de más relieve en el orden internacional (movidos, como no, por la presión que desarrollan los sindicatos), será posible terminar con esta injusta situación, en la cual las grandes multinacionales se aprovechan de la precaria situación en la que vive la gente del Tercer Mundo.

Grandes multinacionales han firmado en estos últimos años un acuerdo internacional (el Apparel Industry Partnership) por el que se comprometen a ofrecer una mayor transparencia de las condiciones laborales de producción en sus fábricas de los países menos desarrollados.

Desde luego, tanto sindicatos como ONGs han mostrado su desconfianza ya que no están claros los mecanismos de control del cumplimiento de dicho código.

 Organismos internacionales están creando mecanismos de comercio internacional mediante los cuales se puede controlar la explotación en el Tercer Mundo.

 Una iniciativa que se viene desarrollando desde hace poco tiempo es la promovida por la ONG Comercio Justo consistente en crear tiendas en países desarrollados en donde únicamente se vendan productos que han sido elaborados en el Tercer Mundo por trabajadores con unas condiciones laborales justas y con un salario o justiprecio adecuado.